Acabada la vendimia del 2016, donde hubo lluvias moderadas, pero que fueron suficientes y que se espaciaron a lo largo de todo el invierno, donde las temperaturas durante los meses de invierno fueron más frías que en les dos añadas anteriores. En marzo del 2017, el primer mes de la primavera climática hubo una inesperada sequía y hasta el mes de mayo no llovieron más que unos 60 litros, cuando lo normal es que llueva entre 150 y 250 litros. Las temperaturas también se mostraron atípicas. La media primaveral fue de 2 °C superior de lo habitual, avanzando hasta 10 días la brotación de los viñedos de manera que la posterior floración también se anticipó, con unos resultados muy exitosos en el momento más importante del ciclo de la cepa. Verano seco, sólo llovió un poco en junio, insuficiente después de una primavera seca y caliente. La vendimia llegó pronto, las variedades de uva foráneas se recogieron durante los últimos días de agosto, mientras que las variedades autóctonas, como la garnacha y la cariñena, sobretodo en las cepas más viejas, mostraron su condición de planta mediterránea, soportando condiciones extremas, presentando uvas sanas.
Color dorado pajizo con reflejos acerados y de lágrima densa. Intensidad media. Notas cítricas, balsámicas y florales como la manzanilla. Fondo especiado de pimientas y nuez moscada junto con los aromes terciarios debido a su paso por barrica. Buena acidez aromática manteniendo una frescor sutil que recuerda a las flores de azahar. Denso, sedoso, envolvente, largo y persistente. Mantiene la acidez realzando su frescor y sus notas cítricas. Un vino fresco con un final seco.